Tan a sus anchas estaba en el despacho de María Dolores Cospedal que el comisario Villarejo empezó a desvelar sus propios delitos de obstrucción a la justicia. El primero, con el pen drive del contable de Gürtel, la prueba clave del caso. La reunión con Cospedal, todo un despliegue de curriculum ilícito, que también salpicó al entonces jefe de la UDEF, según Villarejo, al servicio del PP. Y más aún, Villarejo le contó a la secretaria general del PP que había un topo de la policía en Génova y otro del CNI en el ayuntamiento de Boadilla, epicentro de la Gürtel.
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