En la llamada carretera del infierno cientos de vecinos de la ciudad de Paradise huyeron en sus coches abriéndose camino entre las llamas. Tras el paso del fuego, el paisaje es desolador. Todo está cubierto de ceniza y lleno de coches calcinados, mientras los equipos de rescate con la ayuda de perros buscan cadáveres entre los amasijos de hierros o lo que ha quedado de las casas devoradas por el fuego.
En el norte y sur de California, los bomberos siguen luchando en los focos activos de este gigantesco incendio, el más mortal de la historia del Estado que ha dejado hasta ahora casi medio centenar de muertos y todavía quedan 200 personas desaparecidas.
Para los expertos, el responsable es el cambio climático porque este incendio llega después de varios años de sequía que ha llenado los bosques de matorral seco. El combustible perfecto para convertir California en un polvorín.