Se llamaba Beatriz y tenía 29 años. Las cosas no le iban bien con su pareja, de 49 años y de origen rumano. La policía ha llegado a la vivienda y él ha saltado al vacío desde el balcón de la casa que los dos compartían. Para entonces, Beatriz ya llevaba varias horas muerta. Los vecinos de Alboraya no han querido llorar a Rocío en silencio, sino haciendo ruido con una cacerolada en su memoria y condenar, una vez más, la violencia de género.