A diario miles de migrantes
cruzan las fronteras huyendo del hambre y la miseria. Jugándose la vida en el
mar o en tierra. Cruzando las rutas de la muerte. Los números no engañan y las
mafias tampoco se molestan en agrandarlos. Y mientras tanto, ellos, los
migrantes siguen intentando alcanzar la tierra prometida. Esa, que otros
muchos, jamás podrán pisar.