Los ojos fijos, obsesionados con la pantalla. Su vida comenzaba cuando encendía el ordenador. Pasaba entre seis y siete horas enganchado a los videojuegos y al cannabis, con sólo 20 años. Adicciones que alejaron a Álvaro de su familia, que le hicieron perder amigos y que le echaron del trabajo. "Muchas veces llegaba después de haber consumido, tarde..." Hasta que en su vida sin futuro apareció Proyecto Hombre. Según esta asociación, la mitad de los que piden ayuda desesperada habían perdido su empleo. Tras un proceso largo de rehabilitación, era el momento de busca nuevas oportunidades y confianzas. Álvaro encontró ambas en la ONG "proyecto Mundo", de Jaén. Y desde entonces sus ojos miran el futuro con esperanza.