Un sonido a madera corroída presagiaba lo que todos imaginaban en Vigo. Que los crujidos del muelle de O Marisquiño no iban a aguantar ni los más de 25 años de desgaste ni la falta de mantenimiento. En la mente de todos el grave accidente del verano pasado. Un concierto, al que asistieron miles de personas y en el que retumbó el caos. Un derrumbe mayor que provocó momentos de auténtica angustia. Se contabilizaron 428 heridos que rozaron la tragedia. La pelea judicial entre la Xunta y la Autoridad Portuaria por su mantenimiento alienta una indignación vecinal que siguen teniendo razones de peso. Un reciente informe pericial, encargado por un juez, asegura que la estructura no cumple las garantías mínimas de seguridad.
-Redacción-