Una de la tarde del viernes en el Aeropuerto de Fort Lauderdale, en Florida, Estados Unidos. Siete de la tarde hora peninsular española. Acaba de producirse un tiroteo en la zona de recogida de equipajes de la Terminal 2. La policía toma posiciones. Un hombre acaba de matar al menos a cinco personas y ha herido a otras ocho. Se desata el caos. Los servicios de seguridad desalojan el aeropuerto. Los pasajeros se esconden tras las maletas. Se resguardan tras los coches. Salen con los brazos en alto. Son los primeros momentos de incertidumbre. Hasta que la policía reduce al sospechoso. Su nombre es Esteban Santiago. Estadounidense, nacido en Nueva Jersey. 26 años. Exmilitar destacado en Irak. Según los testigos fue al baño, extrajo el arma que había facturado, regresó a la zona de equipajes y abrió fuego a discreción. Rick Scott, el Gobernador de Florida, ya ha informado de que harán "todo lo que podamos para responsabilizar a quien quiera que sea el responsable". Incluso el vice presidente electo de EEUU, Mike Pence, ha condenado el atentado y trasladado a las víctimas y sus familias las condolencias. El aeropuerto de Fort Lauderdale-Hollywood lo utilizaron solo en noviembre de 2016 unos 2 millones y medio de pasajeros. La actividad del Aeropuerto está suspendida. Y los agentes investigan la motivación del sospechoso para perpetrar esta matanza.
-Redacción-
