Trump ejerce de anfitrión bromista con el primer ministro japonés, a pesar del revolcón judicial a su veto migratorio. El magnate promete contraatacar con nuevas medidas de seguridad.
"Ganaremos la batalla, pero hay otras opciones, como dictar una nueva orden ejecutiva el lunes", asegura en el avión en el que ha viajado a Florida.
Su gabinete también puede volver a recurrir ante la Corte de Apelación o dirigirse al TS, controlado a partes iguales por demócratas y republicanos. El posible empate en la votación mantendría la suspensión del decreto. Mientras, prosigue con su cruzada anti-inmigración. Las autoridades han detenido esta semana a cientos de inmigrantes indocumentados y, según los activistas de Derechos Humanos, muchos están retenidos sin acceso a un abogado.
Mano dura dentro de sus fronteras, pero giro en el plano internacional: Trump se acerca a Pekín al aceptar la política de una sóla China y se compromete, según la jefa de la diplomacia europea, a cumplir el acuerdo nuclear con Irán. De Rusia podría llegarle un primer regalo: según una cadena estadounidense, Putin baraja devolver a Estados Unidos al espía Edward Snowden.