De la peor forma posible acabó la convivencia entre Raúl, Adolfina y la hija de ésta. Después de algo más de dos años marcados por distintos episodios de maltrato, previamente denunciados, el 29 de junio de 2014 Raúl Álvarez asfixió a madre e hija. Una vez muertas las trasladó hasta el pueblo de sus padres. Allí las arrojó a un pozo donde fueron encontradas cinco meses después cuando Raúl acabó confesándolo todo. Hoy va a ser juzgado por un Jurado Popular en Madrid, acusado de varios delitos: malos tratos, homicidio y asesinato, con agravante de parentesco. La Fiscalía solicita 38 años de prisión, para este asesino confeso de 32 y una indemnización a padres y abuelos de las fallecidas de más de cien mil euros.