Bartolomé Cursach es el propietario del mayor imperio de la noche en Mallorca, y según el juez, el jefe de una organización criminal que extorsionaba a su competencia hasta la asfixia. Suyos son locales de ocio en la playa y en el paseo marítimo de Palma y una de las mayores discotecas de la isla en Magaluf. Dice el auto judicial que el empresario sobornaba a agentes de la Policía Local de Palma y de Calvià, para presuntamente someter al resto de locales nocturnos a constantes inspecciones que terminaban con cuantiosas multas. Una vez arruinados, les hacía una oferta a la baja y así ampliaba su negocio. A cambio, los policías disfrutaban de pases para su gimnasio, comidas en restaurantes y otros pagos en especies. Cursach está en prisión desde la semana pasada. Él, su mano derecha y uno de sus directores generales. El juez cree que en la calle podrían amedrentar a los testigos o huir del país. Están acusados de dieciséis delitos, entre ellos, homicidio, corrupción de menores y narcotráfico. La Policía investiga si Cursach se hizo fotos eróticas con niños en Brasil. Un testigo afirma que un exempleado suyo le mostró las imágenes; exempleado que apareció muerto poco después por una supuesta sobredosis. Varios testigos han declarado que era el propio empresario quien se encargaba de suministrar la droga a sus trabajadores.