Imposible no derrumbarse al recordar los abusos sexuales que este joven sufrió durante años. Fue el papa Francisco quien le animó a denunciar al clan de los Romanones y hoy, en el juicio, no ha dejado de llorar. Ha contado que fueron tres años de abusos continuados del padre Román y de otros cuatro sacerdotes con los que convivía en una casa parroquial de Granada.
-Redacción-