Clientes y restauradores, se preguntan lo mismo: ¿Por qué sólo aquí?. "Siempre nos toca a nosotros pagar más", lamenta el gerente de un bar. Una botella de refresco como esta puede costar hasta 50 por ciento más que en cualquier otro punto de España. "En una lata no se nota, pero en una compra mensual sí se nota", se queja un cliente. El impuesto afecta a las bebidas con más de 5 gramos de azúcar por cada 100 mililitros. El impuesto es mayor, cuanto más azúcar contenga el producto. Los responsables de bares y comercios se enfrentan a una operación de matemáticas para acertar con el precio final del producto. "Un bar o una tienda tiene que calcular la proporción de azúcar que tiene el producto. En el envase solo aparece los azúcares añadidos. Si no te dan la información te la tienes que buscar", explica José María Bonmatí, director general de la patronal AECOC. Refrescos o sodas, néctares de frutas, bebidas deportivas, refrescos de té o café o batidos. En definitiva, casi todas las bebidas azucaradas envasadas, que, en negocios como este, suponen la práctica totalidad de la oferta. "No vamos a cambiar la carta cada vez que hay un impuesto nuevo, de momento asumiremos el coste... Aquí todo tiene azúcar", indica el gerente de una coctelería. La medida se aplica un mes más tarde de lo previsto a petición del sector. A pesar de este tiempo y de que entra en vigor mañana mismo. "No sabíamos nada. Los grandes proveedores nuestros no nos han informado de nada", apunta el responsable de un bar. El objetivo es poner en práctica las directrices de la Organización Mundial de la Salud para luchar contra la obesidad. "¿Y por qué existen las gominolas?" se pregunta contrariada una clienta. "Se ha localizado en un tipo de producto, y no en un concepto como la dieta o los hábitos saludables", responde Bonmatí. El ejecutivo español propuso en diciembre un impuesto similar pero, de momento, el gobierno de Cataluña se hay quedado sólo haciéndolo realidad.