Los sevillanos miran al cielo con un fuerte deseo. Con prisas, hay que eliminar el barro de las calles. Dentro de las casetas hay que sacar brillo al suelo. También preparar las viandas propias de la feria. Toca ultimar detalles y calentar voces para la fiesta que se avecina. Porque, aunque el sol salga con timidez, hay ganas de pasárselo bien.
La feria de abril no teme a la lluvia, solo a que se escape la alegría que se vivirá a partir de esta noche.