Lo que hubiera sido un camino difícil para otro mortal, no lo ha sido en cambio para Emmanuel Macron en sus aventuras tanto en lo personal como en la política. Aquel niño prodigio, precoz no sólo en lo intelectual, protagonizó con 15 años un amor prohibido con su profesora, 24 años mayor, y hoy un cuarto de siglo después, sigue con ella. El agosto pasado, tras una brillante y meteórica carrera, dimitió como ministro de Economía, abandonando el partido socialista para iniciar con una formación nueva la marcha hacia el Elíseo. Ahí está, clasificado para la segunda vuelta de las presidenciales, con grandes expectativas.Liberal en lo económico, progresista en lo social, ha buscado el equilibrio para atraer votos de uno y otro lado, reclamando para sí el espacio del centro, la tercera vía francesa. Macron, de 39 años, se ha presentado como la savia nueva para rejuvenecer una Francia en crisis, aunque sin radicalismos. Por eso, además de a ellas, también enamora al sistema.
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