Es Ignacio Echeverría, tiene 39 años y vive en Londres desde hace dos. Ni su familia ni sus amigos saben nada de él desde la noche del atentado. Desde que, al ver cómo uno de los terroristas apuñalaba a una mujer, trató de defenderla con lo que tenía a mano, con su monopatín. Su nombre no está entre los de los siete muertos. Podría estar insconsciente, recuperándose, en un hospital de Londres.