Primera hora de la mañana y todo preparado en Aranjuez, Madrid, para una competición de altura. Los pilotos tienen que en superar pruebas de precisión. Una vez arriba, las vistas son impagables, patrimonio de Aranjuez a vista de pájaro. En realidad cada vuelo es una aventura irrepetible. Tanto que el aterrizaje es quizás lo más caprichoso porque parece parar cuando se le antoja. Aunque no haya sido igual para todos, porque muchos han aterrizado al revés. Es una experiencia que siempre está a la altura.
-Redacción-