Estos tres adolescentes se estremecen cuando recuerdan su infancia. A Quique, de 19 años, su padre, alcohólico, le robó sus juegos en el parque. Se pasaba horas y horas en los bares con su hermana mientras su padre ni paraba de beber y fumar. Inma siente terror cada vez que tiene que volver a verlo tras la separación. "Se me hace muy difícil ver a una persona que nos ha provocado tanto dolor. Yo prefiero que esté muerto porque así podríamos estar tranquilas". Y Nina sufre las secuelas imborrables de una niñez rodeada de violencia. "Se nos toma como víctimas secundarias, como que no nos afecta tanto, pero afecta más de lo que parece, incluso más de lo que las víctimas son conscientes". Los tres reciben ayuda psicológica gracias a asociaciones como "La Volaera" de Granada. "Es fundamental que la sociedad vea que un maltratador nunca puede ser un buen padre", asegura la presidenta María Martín. Mientras, Quique, Inma y Nina siguen su doloroso camino para recuperar una vida robada.