Las cargas de los Mossos han provocado una descarga política. Su actuación el jueves no ha sido del gusto del presidente Torra. "Los catalanes, cuando vimos algunas imágenes, no nos sentimos a gusto", ha dicho el mandatario catalán. Pide un correctivo y daba cuatro días de plazo al consejero de Interior. "Si se han de hacer cambios, los haremos". Como tarde, el martes, precisamente cuando acabe su ayuno simbólico para apoyar a los presos en huelga de hambre. Recién llegado de Bruselas, lo ha iniciado hoy, jornada que va a aprovechar para reunirse -a puerta cerrada, sin convocatoria- con un Miquel Buch, dispuesto, predispuesto, a tomar las medidas que sean necesarias contra los antidisturbios: "A mí no me temblará el pulso para echar a los agentes de la BRIMO". Una vez revisen los protocolos policiales, comprueben si, a su juicio, ha habido mala praxis. De momento, los mossos no han actuado, no había órdenes, en otras protestas independentistas, por los cortes en la autopista, por ejemplo. 15 horas que finalizaron anoche, cuando los propios CDR quisieron irse. Y, han prometido, repetirán actos como éstos. Con la incógnita de cómo actuará, qué órdenes recibirá, y de quién, la policía autonómica.