Han tenido que pasar dos siglos para que el Tribunal Supremo incorpore a su Sala de lo Penal, la que examina las causas más graves, a una mujer. Es Ana Ferrer, hasta hoy presidenta de la Audiencia Provincial de Madrid. Se convierte en la primera mujer en incorporarse a la Sala Segunda del Alto Tribunal. Ferrer fue conocida a mediados de los 90 por ser la juez encargada del caso Roldán. Ahora se encargará, junto a otros magistrados, de enjuiciar, por ejemplo, los casos penales que afecten a diputados y senadores.