Honrados, leales, generosos y comprometidos. Así se define la nueva generación de jóvenes, del ni ni, ni estudia ni trabaja a la cultura del esfuerzo. La crisis ha cambiado sus valores, del consumismo extremo a la importancia por la estabilidad económica, trabajar a toda costa. Desconfían cada vez más de las instituciones. Mucho más tolerantes con la eutanasia o el matrimonio homosexual. Y sorprende que casi la mitad no ven mal la pena de muerte para delitos especialmente graves. En general aumenta su autoestima y sobre todo su felicidad. Del uno al díez puntuan su vida con notable alto.