Miguel Blesa salía de la Audiencia Nacional desencajado. La dureza del fiscal y el juez pillaron desprevenido al expresidente de Caja Madrid, que dejó perlas como éstas en su declaración: "las tarjetas eran una tradición consuetudinaria" "para resolver lo poco que cobrábamos" " no sé si se declaraba" "no me llama la atención que ese 1ó 2% no apareciera en mi renta porque cobraba mucho". Tras esta respuesta la sala fue implacable. Fiscal y juez acorralaron a Blesa, él era el presidente de Caja Madrid y por tanto responsable de la entidad y además Inspector de Hacienda. Blesa echó la culpa de todo a sus subordinados. A Rodrigo Rato le fallaron los argumentos. Culpó también a sus antecesores para luego tener que admitir que en febrero de 2012 reactivo las tarjetas para un reducido grupo. "Formaba parte de mi retribución salarial y lo acepté. Era para gastos personales". Exministro de Economía, no supo qué contestar cuando el juez le leyó la ley de Cajas que no permite esas retribuciones a los consejeros ni por qué no declaró el dinero. En el auto de la Audiencia se les acusa a los dos de haber consentido, aceptado y propiciado el uso indebido de los fondos de la entidad.