En Racca, Siria, el Estado Islámico lo controla todo. Y ese todo incluye incluso el contenido del remolque de este camión. Descarga en una calle cualquiera del feudo del grupo radical. Caen numerosos productos. Son alimentos y productos de limpieza caducados. El Estado Islámico los ha recopilado en distintos supermercados. Y junto a la operación, un miembro del grupo terrorista, de negro, con barba y megáfono en mano, informa del operativo para proteger el consumo. Una inspección y control de la que habla este cartel con la bandera negra de los que se hacían llamar Isis, presente en la vida de esta ciudad siria. Porque el Estado Islámico igual decapita en público, que destruye santuarios, que comercia con esclavas sexuales, que siembra el pánico y destruye o quema alimentos que bien podrían alimentar a una población a la que le falta de todo.