La sentencia leída por el juez entre gritos y golpes y que condena a muerte a 21 de los 73 acusados de la matanza en el estadio de Port Said, en febrero de 2012, ha desencadenado en El Cairo una oleada imparable de protestas contra una Corte, un Tribunal que echa la culpa de la tragedia a sus habitantes. Hay ya dos policías y varios civiles muertos. La violencia lejos de frenarse, se recrudece. A esto se suma el clima de enfrentamientos entre partidarios y detractores del presidente Mursi. La plaza Tahrir, el kilómetro 0 de las revueltas, suena una vez más a revolución. Los enfrentamientos, que se han extendido también a las ciudades de Alejandría o Suez, han dejado al menos 379 heridos. Una cifra que presumiblemente aumentará tras el despliegue del Ejército en los puntos de ebullición de las revueltas.