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Pasaban unos minutos de las siete y muchos pensaban piensan que no habría Papa hasta mañana cuando, de repente fumata: primero gris y luego blanca, muy blanca. A la fumata le siguen las campanas y una gran emoción en la multitud congregada en la plaza de San Pedro. Los gritos tapan el sonido de las campanas de la basilica.El reloj marca las siete y siete. Dentro de la Capilla Sixtina, en la quinta votación, un cardenal ha obtenido al menos 77 votos. Eso es lo que ha ocurrido dentro. Esto es lo que vemos fuera: miles de personas con pancartas y banderas de todo el mundo, entre ellas españolas. En estos momentos tenía lugar el ritual: el presidente del Cónclave pregunta al elegido si acepta ser Sumo Pontífice y cómo quiere ser llamado a partir de ahora. Los otros 114 le prestan obediencia. En la calle, este otro ritual: la Guardia Suiza y la banda toman posiciones. La gente aguarda sin saber aun quién es. Lo anuncia el protodiácono, el francés Jean Louis Tauran. Es Jose Maria Bergoglio, desde ahora, Francisco I. Sale el Papa y hay un largo silencio de dos minutos. Después sus primeras palabras: "Mis amigos cardenales han ido a buscarme al fin del mundo". Y su primera bendición 'urbi et orbi', a la ciudad y al mundo.