Miles de brasileños se han echado a las calles de Belo Horizonte en las horas previas a la primera semifinal de la Copa Confederaciones entre Brasil y Uruguay en el estadio Mineirão para protestar contra el despilfarro de dinero público que supone el torneo de la FIFA, exigir el fin de la corrupción y la implementación de medidas sociales, sobre todo en Educación y Sanidad, por parte del Gobierno de Dilma Rousseff. Cientos de miles de 'indignados' llevan varios días manifestándose durante este mes en lo que son las mayores protestas en veinte años en Brasil. El origen de estas protestas son fundamentalmente el deterioro de los servicios públicos, el alto coste de la construcción de los estadios de fútbol que acogen la Confecup y que el año que viene serán sede de los partidos del Mundial y, cómo no, la corrupción de la clase política. La presidenta Dilma Rousseff ha tratado de calmar el descontento prometiendo un referéndum sobre las reformas política necesarias en el país.