Una marcha de indignación ha inundado las calles de todo un país. En Sao Paulo una marea humana con pancartas y de forma pacífica han gritado sus reivindicaciones. Pero la tensión se ha vivido en Río de Janeiro donde cerca de 300.000 personas se han manifestado por el centro de la ciudad. Protestan contra la corrupción y los pobres servicios públicos y reivindican menos inversión en eventos deportivos. Un numeroso grupo de indignados se han trasladado hasta el estadio donde se ha jugado el partido entre España y Tahíti. Y allí es donde ha empezado la auténtica batalla campal. Enfrentamientos con la policía con gases lacrimógenos y grupos de violentos encapuchados lanzando piedras y quemando mobiliario urbano. Una protesta fuera de control a pesar de que las autoridades estaban prevenidos.En la capital la protesta se trasladó hasta el Congreso y un escudo de antidisturbios impedía el paso a los indignados intentando disuardirlos con gas pimienta. Para hoy la presidenta Dilma Rouseff ha convocado una reunión de emergencia de su gabinete para tratar la situación generada por la oleada de protestas que ya ha dejado un muerto