La localidad valenciana de Catarroja ha retrocedido hoy cien años. Concretamente a los tiempos en los que sus campos se segaban a mano. Desde el primer rayo de luz hasta que caía la noche cientos de agricultores ocupaban los campos de arroz para extraer la mejor materia prima. Tras recoger la siega, llega la hora de la "tría" del arroz con la ayuda de las bestias como se hacía antiguamente. Una tradición que se transmitía de generación en generación, porque para conseguir paellas como las valencianas hace falta mucho trabajo.