El jefe de la diplomacia estadounidense, John Kerry, llega a Jerusalén contento con su acuerdo bajo el brazo.El pacto que alcanzó ayer con Rusia para destruir las armas químicas sirias ha sido bien acogido por la comunidad internacional, OTAN y China incluídas. Aunque, aquí, en Israel, impera la cautela. Porque el acuerdo aleja la opción militar pero -advierten los expertos- el proceso no va a ser nada sencillo y sí muy costoso.Entre otras cosas se van a tener que localizar, desplazar y destruir cientos de toneladas de agentes neurotóxicos localizados en varias plantas de producción y almacenamiento repartidas por todo el país.Un país sumido en una cruenta guerra civil.La labor correrá a cargo de los inspectores de la ONU que tendrán que trabajar escoltados. Porque los grupos rebeldes ya han dicho que facilitarán el paso de los técnicos, pero que no van a decretar un alto el fuego.El jefe de la oposición denuncia que el régimen de Bashar el Asad ya está trasladando su armamento químico a Líbano e Irak.Los rebeldes se sienten decepcionados después de la marcha atrás de Obama. Pensaban que con los bombardeos de Estados Unidos iban a poder avanzar posiciones. Aunque la apuesta por las vías diplomáticas no les aporta nada a corto plazo. Por ello piden a la comunidad internacional que prohíba al régimen el uso de armas químicas pero también los ataques a la población civil.