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Él mismo la había provocado y él hoy, de manera inesperada, zanjaba la crisis de gobierno. "Hemos decidido, no sin trabajo interno, otorgar un voto de confianza al Gobierno", ha dicho Silvio Berlusconi, aplaudido por sus fieles y ante la sorpresa del presidente del Senado, Piero Grasso y la admiración irónica del propio Letta. Sobre todo porque hace seis días, Berlusconi le había situado al borde del abismo, al ordenar la dimisión de los cinco ministros de su partido ante su posible expulsión del Senado, este mismo viernes, aunque su pretexto era la subida del IVA. Ahora, 'Il Cavaliere' dejaba a todos boquiabiertos, con un giro de 180 grados después de una mañana de suspense e incertidumbre, en la que se había dado por seguro que 23 de sus senadores le abandonarían y votarían a favor de Letta. "Italia está al borde la muerte y salvarla depende de nosotros". Un llamamiento dramático del primer minstro a la sensatez. Letta desde la tribuna, y Berlusconi en los corrillos con sus detractores. Negociaciones duras que muestran este rostro cansado. Hoy le hemos visto así, pensativo, compungido, serio, tapándose la cara con las manos y secándose con un pañuelo. Pero tras comprobar que no podía ganar, se las ingenió para convertir su derrota en victoria, para tratar de evitar la escisión de su partido, demostrando, una vez más, que es un animal político 235 senadores han apoyado la continuidad del Ejecutivo, cien más de los necesarios. Berlusconi se marchaba, con gesto serio, la Bolsa subía, la prima de riesgo bajaba e Italia respiraba tranquila, al menos de momento.