Es el rastro de la muerte. Los cuerpos se apilan en las calles de Tacloban. El ejército traslada las bolsas con cadáveres. Pero muchos continúan atrapados entre los escombros. Se estima que diez mil personas han muerto allí por el devastador tifón Haiyan.Los supervivientes se enfrentan ahora al dolor en un país arrasado. Vagan por las calles tapándose la nariz por el olor a muerte. Y hacen cola para recibir agua, comida y medicamentos.Pero aunque la ayuda internacional ha comenzado a llegar, son pocos los que la reciben. Porque muchas zonas continúan inaccesibles. Los equipos de rescate intentan por todos los medios acceder a ellas.Muchas de las víctimas siguen esperando ayuda cinco días después del mayor desastre natural en la historia de Filipinas.