Un equipo de buzos encontró un artefacto explosivo de la II Guerra Mundial sumergido en aguas italianas, en el sur de la región de Puglia. La bomba, cerca de la ciudad de Bari, fue transportada bajo el mar con sumo cuidado por expertos artificieros y detonada posteriormente. El gobierno italiano y la policía costera supervisaron en todo momento la operación. La explosión dejó por unos instantes un cráter sobre las aguas verdaderamente impresionante.