Presos como "el violador del ascensor" o "el loco del chándal" no están totalmente rehabilitados según dicen desde instituciones penitenciarias. Por eso, sus víctimas viven con gran inquietud sus excarcelaciones y su gran temor es no reconocer a su agresor ya que hoy en día es prácticamente imposible conocer su aspecto porque ambos han salido de prisión ocultos con gafas oscuras, gorro y abrigo.Las posibilidades que tienen de reincidir son altas según algunos informes psiquiátricos de prisión. En ellos destacan frases como "agresivo y peligroso", "no está arrepentido", "trastorno sádico-sexual" y "riesgo extremo de reincidencia". Por ello, tras la irremediable excarcelación se pone en marcha la "vigilancia no invasiva", donde la Policía sigue al violador durante las 24 horas a una distancia prudente. El principal problema es que el excesivo control puede incluso volverles más agresivos y peligrosos.