En las calles de Tokio también conocen la palabra nipona para indignación. Cerca de 300 manifestantes rodeaban este sábado la sede donde el Fondo Monetario Internacional mantiene una de sus reuniones anuales. "El dinero debería emplearse en las áreas afectadas por el accidente nuclear de Fukushima", asegura este manifestante. Pero aquí dentro, los planes son muy diferentes. El FMI advierte de que las grandes economías mundiales se encuentran en la cuerda floja de la confianza financiera. Y que la única forma de recuperar ese crédito es dar un paso más allá en las reformas. Aunque en palabras de la propia Christine Lagarde, los ajustes deben adaptarse a las condiciones y situación económica de cada país. Unas palabras que podrían servir de bombona de oxígeno para la eurozona y, sobre todo, para países como España, Grecia y Portugal, donde los ajustes llevan meses transformados en recortes en Sanidad y Educación.