Tras jactarse en un artículo de prensa de vivir en una mansión en Pedralbes, la zona mas exclusiva de Barcelona, un ciudadano ruso ha sido desalojado junto a otros dos compatriotas de la casa que habían 'okupado'. Parece que airear su situación no ha sido lo más inteligente. Ahora, él y sus tres compañeros tendrán que buscar un nuevo refugio, seguramente menos glamuroso, menos extravagante que este palacete, fiel reflejo de los desmanes de la mafia rusa. Sus dueños fueron detenidos en 2008 como consecuencia de la operación Avispa. Ahora pertenece a una empresa británica con sede en Gibraltar. Su abogado responsabiliza a la Audiencia Nacional de la situación. El juez de la Audiencia, Fernando Andreu, quiso darle un uso social, pero ninguna Administración lo ha reclamado hasta la fecha.