La Iglesia ha suspendido de sus funciones a un párroco de Toledo que, al parecer, se gastaba buena parte de los donativos de los feligreses en prostíbulos y en llamadas a líneas eróticas. Se gastó más de veinte mil euros. El arzobispado lo está investigando. Se llama Samuel y es el parroco de Noez, en Toledo. Se anunciaba en Internet, en ropa interior y ofreciendo sus servicios sexuales. Cobraba 50 euros por 15 minutos de sexo y por una hora 120 euros. Además vació el cepillo de la iglesia y las cuentas de las hermandades. El propio Samuel tras ser descubierto confesó sus pecados en la misa del pasado domingo. Desde entonces nadie ha vuelto a verle por el pueblo.