Visiblemente disgustado, el presidente de Portugal ha ratificado la ley de matrimonios homosexuales, a pesar de sus convicciones personales, tal y como ha reconocido. Éste era el último paso de una ley a la que se opone el propio partido del Gobierno, pero que fue aprobada por mayoría en el Parlamento hace tres meses. Los homosexuales tendrán desde hoy los mismos derechos que el resto de los portugueses, aunque no podrán adoptar.