Tras la oleada de violencia interétnica que ha dejado centeneras de muertos, los uzbecos están regresando a sus casas en Kirguizistán. A sus casas o lo que queda de ellas, porque muchas viviendas han sido arrasadas y calcinadas. Es la hora de volver al hogar de donde los echaron con balas y fuego. Miles de uzbecos, miles de mujeres, de niños, de bebés, de ancianos, de heridos hacen el viaje de vuelta al lugar donde su pasado, su presente y su futuro coinciden en la ruina. La mayoría de los edificios está ahora en ruinas, no queda nada en pie. Bajo los escombros cientos de cadáveres sepultados. Se cree que dos mil personas murieron en la gran emboscada anti-uzbeca de hace dos semanas. Y los que han sobrevivido tendrán que resurgir de sus cenizas sin apenas ayuda y en territorio hostil. Nadie les ha dicho si los asesinos son los mafiosos de siempre, o los partidarios del ex presidente, o incluso milicianos talibanes venidos de Pakistán y Afganistán.