En Fuenlabrada, en Madrid, grupos de vecinos se han organizado para patrullar por las noches. Están hartos de los robos que sufren. Son pequeñas explotaciones agrarias saqueadas, previsiblemente, por bandas especializadas en el robo de cobre. Se reparten los caminos para poder vigilar sus fincas. La ausencia de Policía en esta zona les ha obligado, aseguran, a establecer turnos entre ellos, unos 40 vecinos, para dar la voz de alarma ante cualquier movimiento sospechoso. Son patrullas vecinales en las que quieren dejar claro que no hay armas ni violencia, sólo existe la denuncia. Aquí los robos ocasionales han pasado a ser una costumbre casi diaria desde hace dos meses. El último en sufrirlo fue Javier. La madrugada del pasado lunes le destrozaron toda la canalización de la bomba de agua que alimenta sus huertos así como su caseta, sin luz desde entonces, para llevarse en total unos tres kilos de cobre. Días atrás le ocurría lo mismo a José Antonio, forzaron su puerta para robarle 80 aspersores, herramientas. Una pesadilla que toca a todos y que ya hace que piensen incluso en abandonar. De momento, a la espera de que lleguen los agentes, siguen vigilando lo que les queda.