Zapateros, costureras o reparadores de electrodomésticos viven su particular 'agosto' en medio de la crisis. La escasez de monedas en el bolsillo agudiza el ingenio y obliga a la mayoría a olvidarse de modas o tendencias. Y junto a la ropa, los complementos también se reciclan. Si no hay arreglo posible, con algún apaño estarán como nuevos. Los zapatos pasan de una temporada a otra sin descanso, después de un necesario 'lavado de cara'. Pero a veces, es imposible. También reutilizamos los electrodomésticos hasta que la única opción es enviarlos para chatarra. Obligamos a microondas, ordenadores o mandos a distancia a tener tantas vidas como los gatos, aunque para ello haya que pagar casi lo que costaría uno nuevo. Está claro: agotamos todas las posibilidades antes de lanzarnos a lo nuevo. Sea porque las cosas antiguas tienen más solera o porque no nos queda otro remedio, la crisis está favoreciendo el mantenimiento de profesiones y oficios tradicionales.