El avión no explotó en pleno vuelo. La conclusión es del ministro brasileño de Defensa. La clave: las manchas de queroseno de hasta 20 kilómetros de longitud sobre el mar. Según el ministro, "si hubiera explotado no habría un reguero de combustible en el Atlántico". Descartada por ahora la explosión, la siguiente hipótesis es un fallo en el ordenador central. En plena turbulencia, el avión emitió primero un mensaje de pérdidas en el sistema que informa de altura y velocidad, después fallo en el ordenador, intento de corrección, fallo generalizado, desconexión del piloto automático. El último de todos los mensajes informa de aumento de velocidad vertical y esto significa que el aire externo entró en el avión y pudo provocar despresurización.