Por menos de diez euros una prostituta ofrece sus servicios. A su habitación no dejan de subir clientes en todo el día. Está camuflada en el interior de un bar. Estas escenas se repiten día y noche. Los vecinos del barrio valenciano donde sucede están hartos de ver cómo hasta menores de edad se prostituyen delante de sus casas. Por eso han contratado a un detective privado. Durante un año ha grabado escenas para demostrar que la calle se ha convertido en un prostíbulo. Las cantidades que cobran estas prostitutas son tan bajas que los clientes pagan en monedas. La recaudación es tan alta que se la tienen que llevar a diario. A pesar de la presión policial y de las detenciones constantes, la situación ha empeorado debido a la crisis económica. Toda esta investigación ha quedado archivada porque el juez necesita que sean las prostitutas las que denuncien a los proxenetas.