El presidente de Colombia, Alvaro Uribe, defendió la decisión de su país de permitir a Estados Unidos el uso de bases militares para combatir al narcotráfico. Fue en una tensa cumbre en la que soportó críticas de sus colegas de izquierda. Los roces entre los mandatarios se dieron a pesar del esfuerzo de países como Brasil, Chile y el anfitrión Argentina para que el encuentro de urgencia sirviera para aplacar la crisis política regional que desató el nuevo pacto militar entre Bogotá y Washington. La cumbre, que duró más de siete horas, terminó con una declaración de buenas intenciones cuya redacción provocó roces entre los mandatarios, que encargaron a sus ministros de defensa y cancilleres reunirse en 15 días para estudiar el pacto. Durante el encuentro, Uribe justificó el acuerdo que dará a Estados Unidos presencia militar en siete bases colombianas. Asegura que es un refuerzo de un programa ya existente de lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. Pero no dudó en defenderse de las críticas del izquierdista presidente venezolano, Hugo Chávez, acusando a su vecino de hasta albergar a líderes de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Chávez afirmó que el acuerdo militar "siembra la semilla de la guerra", al considerar que Estados Unidos busca controlar al subcontinente con su mayor presencia militar. Como represalia al pacto militar, Venezuela amenazó con romper relaciones con Colombia y comenzó a sustituir importaciones del vecino país, un socio comercial clave. Uribe, cuyo país es el principal productor de cocaína del mundo, había viajado a Argentina con la consigna de explicar los alcances de una iniciativa que también causó escozor al gigante Brasil. El estallido de la crisis también es una prueba para los incipientes esfuerzos de Obama por mejorar la relación con América Latina, históricamente marcada por la desconfianza.