Entre sollozos y adormecido por los calmantes, Franns Rilles Melgar se recupera de la operación.Este joven boliviano no olvida que su vida cambió en tan sólo 2 minutos, justo lo que tardó la panificadora en la que trabajaba en arrancarle el brazo.Franns recuerda que su jefe le montó en la furgoneta de los repartos y le dejó en la esquina del hospital. Según el joven, antes de marcharse le pidió que no contase que había sido un accidente laboral. Franns, de 33 años, llevaba año y medio trabajando en la empresa sin contrato de trabajo, al igual que sus compañeros.El empresario de la panificadora ha negado los hechos. Reconoce que Franns trabajaba sin contrato pero ha desmentido que lo abandonara en la puerta del centro.La Fiscalía ya está investigando los hechos y los sindicatos han denunciado lo sucedido.