En Burgos se trabaja para reparar todos los desperfectos por la explosión -el miércoles- de una furgoneta bomba. Los vecinos todavía están asombrados de que sólo hubiera heridos leves.Las 118 personas que vivían aquí han revivido el miedo y la angustia de hace poco más de día y medio. Y a eso le han sumado el dolor que sólo puede dejar la muerte.En la que hasta entonces fue su casa continúan sacando cascotes. Aún se desconoce si el edificio puede recuperarse. Varios agentes han recorrido las habitaciones para grabar cómo ha quedado todo. A sólo unos metros de allí, Tamara y Fernando intentan también rehabilitar su casa. Nada separa el salón de la calle, pero lo que más les preocupa son sus hijas.Las grietas psicológicas serán mucho más difíciles de tapar que las que ha dejado la onda expansiva, aunque de momento sean el quebradero de cabeza para muchos vecinos.Ellos aún se pueden considerar afortunados. Los vecinos de éste edificio sólo han podido regresar para coger algunas pertenencias. Son algo más de una decena, y la mayoría han podido alojarse en casas de amigos y familiares.