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Con la crisis Ramón, de 55 años, perdió su trabajo de vendedor de casas pero no se lo dijo a su familia. Cada mañana se ponía su traje y decía que iba a la oficina. Pero en realidad se dedicaba a atracar bancos en Madrid. "El solitario pobre", así lo apodaban los agentes porque sus botines eran ridículos. Para evitar riesgos llegaba a la hora del cierre cuando menos dinero había. En total robó 6.000 euros. En el registro de su casa la Guardia Civil encontró unas gafas que usaba para tapar sus facciones. Su mujer y su hijo no creían que fuera cierto. Varios empresarios arruinados se han dedicado en los últimos meses a robar bancos. La idea puede salirles muy cara. Ramón se enfrenta a 30 años de cárcel por 10 atracos.