Cualquiera diría que la tradición de la harina se remonta al Imperio Otomano. Una guerra de harina, de 1.500 kilos, que marca la entrada en la Cuaresma Ortodoxa y que, según la leyenda, simboliza la lucha de este pueblo griego contra la dominación otomana que tenía totalmente prohibido el Carnaval. Difícil olvidar el jaleo de los cencerros y la harina de colores que tiene su trabajo teñirla.