Cuando los ganaderos ya se habían recuperado de la crisis de las vacas locas, las noticias sobre la muerte de dos personas por la enfermedad de Creutzfeld-Jakob ha hecho saltar las alarmas en el sector. Criadores y tratantes están convencidos de la calidad de sus productos, pero temen que las suspicacias de los consumidores provoquen una nueva crisis en el consumo.