José Bono apenas ha empezado a desempaquetar sus pertenencias en su nuevo despacho del Congreso de los Diputados. Un despacho que, según cuenta el propio Bono, no ha cambiado mucho desde que él mismo despachaba en 1979 con Landelino Lavilla, uno de sus antecesores en el cargo."Creo que recuerdo casi todo de lo que hay aquí en ese momento", confiesa el diputado socialista.Pero a pesar de los viejos tapices y retratos que decoran su nuevo lugar de trabajo, el recién elegido presidente de la Cámara Baja sólo quiere quitar los visillos para que entre más luz. En el otro lugar en el que pasará buena parte de los próximos cuatro años de legislatura, el hemiciclo del Congreso, el ex ministro de Defensa ya ha introducido algunos cambios significativos.Los relojes y los semáforos con los que se controlaba el tiempo de intervención de los portavoces de los distintos grupos durante la pasada legislatura, con Manuel Marín, han pasado a la historia. Bono quiere ser muy flexible en las intervenciones de los diputados intentando no cortarles cuando sobrepasen el tiempo del que dispondrán reglamentariamente en cada debate."Aquí la herramienta más importante no es reloj, es la palabra", explica el ex presidente de Castilla La Mancha.José Bono necesitó una segunda votación para ser elegido como presidente del Congreso, la primera vez que esto sucedía en democracia. Incluso, en la primera votación, el candidato socialista no obtuvo los votos de todos los diputados de su partido. A pesar de todo Bono afronta con muchas ganas su nuevo cometido, que ha prometido cumplir con "humildad y amabilidad".