Buenos Aires ha quedado cubierta de un humo denso causado por la quema de setenta mil hectáreas de rastrojos. El viento ha hecho el resto, es decir, empujar hacia la capital argentina la negra humareda. Los bomberos tratan de sofocar 292 focos de incendios, de una magnitud que les empieza a superar. La densidad de la nube ha anclado a tierra decenas de aviones y ha borrado el horizonte. Pero las consecuencias más trágicas vienen de la carretera. Ya hay nueve muertos y cincuenta heridos en accidentes provocados por la casi nula visibilidad, mientras que los hospitales se llenan de personas con afecciones respiratorias y los ojos irritados.Este episodio perjudica las ya precarias relaciones entre los agricultores y la presidenta Cristina Fernández. Su Gobierno ya ha dicho que esta crisis es consecuencia de la irresponsabilidad alarmante de los productores agropecuarios.