Los vecinos de la localidad austriaca de Amstettem, en la que un torturador ha tenido encerrada a su hija durante 24 años, violándola continuamente, se concentraron ayer en la calle, en silencio y con velas para mostrar su repulsa por este caso atroz. El verdugo y violador puede ser condenado a cadena perpetua simplemente por uno de los tantos delitos cometidos sobre su hija y los hijos que tuvo con ella.